sábado, 30 de abril de 2016

Diario de las 3:02 A.M

Hace tiempo que todo el mundo se ha apagado.
Debería hacerlo yo también.
Pero las luces que más brillan son las más difíciles de extinguir.
Y yo siempre brille,
por mi ausencia.

¿Por qué me duele tanto, en serio?
¿Por qué todo me da vueltas y, aunque se me cierren los ojos, no creo que sea capaz de dormir?
¿Por qué me cuesta conjugar los verbos creer y soñar en presente?
¿Por qué nadie, nadie, me enseñó qué pueden hacer unos pedazos que se separaron del rompecabezas?

Y hoy la respuesta no está en las estrellas.
La respuesta está entre los escombros que creé cuando me derrumbé.
Y qué irónico es eso.
Que me derrumbé por culpa de una pregunta.
Y la respuesta la destruí al caerme.

Nada nuevo, supongo.
Y es que, qué se puede esperar de una flor marchita por falta de luz,
de una maldita grieta que partió en dos un caos con nombres y apellidos.

Dejadme descansar,
prometo destruirme mejor mañana.

sábado, 16 de abril de 2016

Cosas que quizás sepas pero que nunca te dije.

Sólo quería decirte un par de cosas;
la primera,
creo que me dejé la cordura enredada en tus sábanas,
o en la amargura de una mañana de domingo.
Que me olvidé los dedos en tu espalda
y el corazón en tus costillas,
aunque ahí encaja perfectamente.

La segunda es que no me devuelvas nada de eso.
Estoy mejor loca que cuerda por tus ojos,
que mis dedos prefieren tocarte a ti que a mis cenizas
y que mi corazón está tan magullado que es mejor que descanse.

Que descanse contigo,
que yo hace quinientas noches que no duermo
y que quizás la poesía no le ayude a sanarse.

Poeta, quédate con mis pedazos,
que yo he aprendido a reconstruirme
y ya me da igual,
una herida más o una menos,
de esas que es mejor curar con sal y versos.

Y eso, amor, es todo lo que quiero decirte.
Que me has dejado a oscuras, pero yo siempre viví con los ojos cerrados.

miércoles, 6 de abril de 2016

Lo que tiene el miedo


Ya no sé cómo les puedo decir a unas alas que piden a gritos tocar el cielo
que, quizás, las nubes ya no sean un sitio tan seguro.
Que tras haber superado huracanes y tormentas,
los peores peligros son los que bailan de puntillas en la oscuridad de mi pecho.
Cómo les explico esta cordura que me está volviendo loca,
estas ganas de hundirme en cada tic-tac de un reloj que no es más que un eco.

Cómo les explico a estos pies que ya no van a bailar más,
a estos labios que les toca pasar frío esta noche,
a estas manos que lo único que van a acariciar van a ser las teclas de mi piano.
Cómo le explico a esta soledad que se contente con un par de canciones.
Y cómo le digo a mis demonios que probablemente tuvieran razón.

Cómo puedo explicarles a unas alas,
tan llenas de vida,
qué es el miedo.
Ilustración de Adara Sánchez

miércoles, 30 de marzo de 2016

Yellow-Coldplay



Para mi alma vagante preferida

Es a ti, chica de los ojos rotos.
A ti, que tienes poesía hasta en las puntas de los dedos.
A ti, que tienes una flor silvestre en el lado izquierdo del pecho.
A ti, que eres un huracán de sentimientos capaz de destrozar a cualquiera, incluso a ti misma.

Es a ti, y te diría que sonrieras, pero la vida,
como a todos los poetas,
no te ha tratado bien.

Y recuerda que está bien llorar cuando hay demasiadas nubes,
y que no hay problema en gritar cuando tus pulmones están dormidos.
Que tus ojeras y tus desastres te hacen todavía más preciosa,
y ojalá lo supieras.

Es a ti, soñadora, que luchas en mil guerras con versos por armas
y que las vas a ganar todas, créeme.

Y déjame decirte que la tuya es una de mis almas favoritas,
de esas que te encuentras cuando menos te lo esperas,
en una de esas noches en las que la vida no es más que una mala idea.

Es a ti, mi niña.
Que sepas que el mar es más bonito reflejado en tus ojos.
Y que quizás seas una causa perdida porque nadie se ha molestado, todavía, en buscarte.

Ilustración de Paula Bonet



martes, 29 de marzo de 2016

Confianza ( parte I)


"Puede que no lo sepas, 
pero nunca he sido capaz de abrirme el pecho ante alguien
y dejarme querer sin sentirme culpable"
-Loreto Sesma

Siempre supe que yo no estaba hecha para eso de necesitar a alguien,
y creo que protegí mis pulmones con mil y un muros,
totalmente segura de que nadie saltaría mil y dos veces por mí.

Pero tú siempre fuiste así de curioso,
siempre tuviste una de esas sonrisas que hace que,
como dice una de mis canciones favoritas,
estés siempre en mi cabeza.

Y ahora no sé lo que estoy haciendo, pero, a decir verdad, ¿cuándo lo he sabido?
Sólo quiero que sepas
que nunca nada me ha dolido tanto como despedirme de Madrid,
que el número 29 es el que más odio y supongo que es complicado explicar el por qué
que a veces lloro solamente porque no me he acostumbrado a la sequía,
que tengo más miedos que pestañas y quizás por eso no duerma bien,
que me encanta inventar constelaciones cuando no hay estrellas,
que empecé a escribir un 4 de septiembre y escribí algo sobre árboles y un anillo dorado,
y que me he encerrado en mí misma a base de portazos.

Quiero enseñarte mis nudos y que los deshagas uno a uno mientras me hablas sobre la eternidad,
que descubras partes de mí que escondí bajo sarcasmos y versos,
que intentes resolver el rompecabezas de por qué soy así, sin perder ninguna pieza.
Ilustración de Albert Soloviev

domingo, 27 de marzo de 2016

Cierra la puerta al salir


Estoy intentando no echarte de menos,
olvidarme de una vez por todas de tus ojos
y de tu forma de hablar sobre el universo y sobre mí.
De los tres malditos lunares que tienes en el hombro izquierdo.

Pero creo que no puedo.
Creo que vives en todas mis terminaciones nerviosas,
en todas y cada una de mis pestañas.
En sitios que ni sabía que existían.
Creo que te has instalado en mi risa,
en mis costillas,
en mi cabeza.

Y te pido que te vayas.
Te pido que dejes de bailar en mis pulmones con esa sonrisa que tanto me gustaba,
que cortes esas flores que no me dejan respirar.
Porque me estás haciendo perder el equilibro,
aunque creo que nunca tuve de eso.

Vete.
Sé que no hay formas bonitas de decir eso.
Ni hacen falta, créeme.
Por favor, vete.
Deja todo como estaba cuando viniste.
Tienes los zapatos en la puerta.

Y, bueno, sé que cuando cierres la puerta va a doler,
Temblarán mis cimientos.
Sé que probablemente volveré a ser las ruinas que siempre fui.
El desastre al que tú pusiste orden.

Volveré a ser yo.
Yo sin ti.
Yo.
Ilustración de Paula Bonet.
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